Quizá al leer el título de nuestra entrada hayas pensado automáticamente en una vieja película de terror británica titulada “Dr. Jekyll y su hermana Hyde”, una ocurrente (y ya un tanto casposa) reinvención de la obra literaria de Robert Louis Stevenson. Pero nada que ver. Nos referimos más bien a una tendencia de uso que la propia RAE reconoce y admite a regañadientes: ese tipo de desdoblamiento léxico que, en aras de articular un lenguaje inclusivo, hace mención expresa de más de un género cuando, por mera economía, podría haber recurrido a un masculino genérico, sin más. Es decir, consiste en decantarnos por “niños y niñas” cuando podríamos haber dicho simplemente “niños” (palabra que puede interpretarse como término no marcado en la oposición masculino/femenino).
Pese a las buenas intenciones que subyacen tras dicha alternativa, la RAE insiste en que estos desdoblamientos resultan artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. Y no deja de tener algo de razón. Cierto que desdoblamientos léxicos los ha habido siempre (¿te acuerdas del vocativo “Damas y caballeros”, tan típico de muchos espectáculos?, ¿o del “Sr./Sra.” de algunos encabezados?). Pero no olvidemos que el lenguaje debería ser económico en la medida de lo posible, y que en la moderación está la virtud.
A ese respecto, la RAE es bastante clara: la corrección política no debería considerarse por sí misma razón suficiente para este tipo de particiones, que dificultan la sintaxis, disparan el azúcar en sangre y complican el flujo y la comprensión del texto, hasta volverlo casi ilegible. ¿Te parecemos exagerados? Prueba a leer en voz alta y sin que te entre la risa floja (o jaqueca) un circunloquio del calibre de “los padres y las madres de los niños y las niñas que no hayan comunicado al profesor o la profesora que los hermanos y las hermanas de estos niños y estas niñas…”. Buf…
En cambio, sí se encuentra mucho más necesario el desdoblamiento cuando la oposición de sexos resulta relevante en el contexto. Por ejemplo: “En la industria del cine, los directores y las directoras deberían tener las mismas oportunidades laborales” (aquí, realmente hay que aplicar un desdoblamiento para marcar esa disparidad de oportunidades de acuerdo con el género y que la frase se entienda en toda su dimensión).
Por supuesto, también hay manuales de lenguaje inclusivo que no manifiestan tanto rechazo como la RAE hacia el tema y que, de hecho, proponen usar los desdoblamientos de forma moderada con determinados sustantivos (que no con artículos y adjetivos también). Aunque, si incluso eso nos chirría, podemos jugar con el vocabulario para no recurrir a lo de siempre: por ejemplo, en vez de decir “los alumnos” (masculino genérico) o “los alumnos y alumnas” (desdoblamiento léxico), podemos recurrir tranquilamente a “el alumnado”. Así de sencillo, no nos volvamos locos. O mejor dicho: no perdamos la cabeza, no nos rompamos los cascos, no desesperemos… ¡Si será por opciones inclusivas…!