A grandes rasgos, podría decirse que un texto se conforma de una cadena de ideas materializadas en palabras, las cuales se agrupan en oraciones que, a su vez, acaban organizándose en párrafos.
En futuras entradas estudiaremos los diversos tipos de párrafos, pero hoy nos centraremos en algo más general: ¿cómo suelen organizarse si los observamos como unidad discursiva «independiente»? Ante todo, y en la medida de lo posible, lo primero que conviene tener claro es que cada párrafo debería elaborar un solo concepto central. Evita, ante todo, irte por las ramas al introducir temas que no tienen que ver con esa unidad temática abordada, pues te desviarán de tu objetivo y restarán eficacia al texto. Obviamente, puede haber (y a menudo se exige que las haya) ideas secundarias que se desprenden de la principal, pero siempre de forma clara, coherente y lógica.
Dicho esto, vamos a centrarnos en la estructura organizativa. Si consideramos el texto completo como la unidad discursiva máxima, el párrafo sería una de las inmediatamente inferiores y, en cierto modo, replicaría su modo de organizarse. O dicho en otras palabras: si, en líneas generales, un texto se compone de planteamiento, nudo y desenlace, otro tanto podríamos afirmar en cierto modo de un párrafo, que constará de las siguientes partes:
– ORACIÓN INTRODUCTORIA. Ubicada justo al inicio, su función es presentar con la máxima claridad y sencillez el concepto principal que se desarrollará a lo largo del párrafo. Recuerda que una oración introductoria demasiado extensa y enrevesada puede confundir al lector, que perderá el foco sobre el tema principal.
– DESARROLLO DE IDEAS. Este «nudo» se compone de varias oraciones con las que se desarrolla esa unidad temática general de forma más detallada, expandiéndola y profundizando mediante definiciones, clasificaciones, ejemplos… Por supuesto, si hay que introducir temas secundarios (siempre de forma lógica, clara y coherente, recuerda), es aquí.
– ORACIÓN CONCLUYENTE. Si la introductoria abría el párrafo, esta lo cierra. Puede tener dos posibles funciones: o bien sintetizar la idea principal que se ha elaborado, o bien encadenar el siguiente párrafo, en caso de que haya un estrecho vínculo entre ambos.
Por supuesto, toda regla tiene su excepción, y a fin de cuentas las reglas están para romperse (sin ir más lejos, el primer párrafo de esta entrada no sigue en absoluto la estructura clásica que acabamos de desgranar). Sin embargo, la consideramos una información que nunca está de más tener en mente, pues sin duda conforma una muleta de gran utilidad para vertebrar tus párrafos de forma ordenada y eficaz.