Si eres un o una friqui de pura cepa, seguro que tienes más claro que el agua a qué nos referimos cuando usamos la expresión “juegos de rol”. Y si no lo eres, al menos te sonará un poco gracias a la serie “Stranger Things” (¿queda alguien, friqui o no, que aún no la haya visto?), donde sus protagonistas juegan a uno de los juegos de rol más famosos que existen: “Dragones y mazmorras”.
Pero ¿en qué consiste un juego de rol? La expresión es la forma abreviada en español del inglés “role-playing game”, que significa más o menos “juego de interpretación de papeles”. Se trata de juegos en los que, siguiendo un argumento ficticio en un mundo imaginario (o no tan imaginario, pues los hay ambientados desde en la Tierra Media hasta en los Estados Unidos de los años 20), los jugadores deben adoptar un personaje e interpretarlo de acuerdo con unas características predefinidas tanto por elecciones propias como por el mero azar.
Existen muy diversos tipos de juegos de rol: desde los clásicos con tablero y dados hasta los de rol en vivo (sí, con disfraces y todo), así como los cada vez más populares juegos de rol en línea. Como ves, el tema es todo un mundo… y también por todo el mundo tiene entregados seguidores. De hecho, algunos de ellos, con las mejores intenciones pero no siempre con las mejores habilidades, intentan traducir a su propio idioma juegos de rol de otras lenguas para que también los suyos puedan disfrutarlos. Y los resultados suelen ser… tan loables como cuestionables.
En efecto, dado que los juegos de rol tienen sus peculiaridades, traducirlos se convierte en una labor bastante peculiar que exige requisitos también peculiares por parte del traductor. Y, por tanto, no es una labor que cualquiera pueda emprender, ni de la que salir victorioso así como así. Sobre todo, porque un manual de rol se compone de dos grandes apartados, cada uno de los cuales tiene rasgos muy especiales y es abundante en textos y contenidos que, a veces, pueden necesitar por nuestra parte una buena labor de “transcreación” (véase en este mismo blog una entrada previa sobre este concepto: https://edicionesnemo.es/transcreacion-en-que-consiste).
El primer gran apartado que abarca el manual es el de la trama que rodea el “argumento” del juego. Es decir, lo que viene a ser la historia en sí. Y, como tal, requiere de nosotros habilidades como traductores literarios, ya que se usarán recursos más o menos literarios: desde narraciones hasta descripciones (tanto de lugares como de personajes, entre otras), diálogos, juegos de palabras e incluso metáforas. Hay un juego de humor negro llamado “Paranoia” cuya traducción puede resultar un desastre si la persona encargada no entiende ese tipo de humor y se lo toma todo demasiado en serio. Así que, por supuesto, también es de esperar cierto nivel de creatividad a la hora de traducir como es debido ese sabor “literario” y que no quede como una fría (o peor: ininteligible) traducción palabra por palabra.
El segundo apartado es un tanto más técnico, pues se refiere a especificaciones de personajes, habilidades, hechizos, armas, movimientos… pero también a otras cuestiones más propias de un manual de instrucciones al uso. Al fin y al cabo, eso son también, ¿no? Pues no. Bueno, lo son y no lo son. Con esto nos referimos a que, de acuerdo, son “manuales”; pero quizá no tan “al uso”. De hecho, a menudo manejan un nivel de abstracción que no encontramos, por ejemplo, en el manual de un móvil. Si a ti te dicen “inserta la tarjeta SIM en la ranura lateral del móvil”, quizá no sepas lo que significa SIM, pero tampoco necesitas estar muy versado para imaginar más o menos cómo puede ser físicamente una tarjeta, cómo puede ser físicamente una ranura y en qué espacio físico puede ubicarse una posición lateral. En cambio, supongamos que en un juego de rol explican que “ver a Nyarlathotep requiere una tirada de cordura y, si el jugador no la supera, se restarán equis puntos de”… Ahí la cosa ya se vuelve un poco menos “física” y un tanto más abstracta, ¿no?
Y hablando de Nyarlathotep (uno de los dioses primigenios del juego “La llamada de Cthulhu”), por supuesto también pueden requerirse determinados conocimientos específicos del mundo en el que se ambientará el juego en cuestión. En este caso concreto, habría que estar familiarizado con la literatura de H. P. Lovecraft. Pero no olvidemos que hay juegos muy diversos que requieren un bagaje cultural en consonancia para traducirlos como es debido. Sin ir más lejos, el juego “Aquelarre” transcurre en la España medieval y bebe de los mitos y leyendas locales de la época. ¿Te imaginas el complejo trabajo que supone traducir algo así al idioma de una cultura tan alejada de la nuestra como, por ejemplo, la japonesa?
En resumidas cuentas, queda claro que traducir juegos de rol no es una actividad que debiera hacerse a la ligera, sino de forma tan profesional como cualquier otro tipo de traducción. No en vano, el nivel de complejidad es ya no grande, sino bastante mayor de lo que pudiera parecer a simple vista.