En entradas anteriores, hemos hablado de diversos aspectos que tener en cuenta en la maquetación: cómo diseñar trípticos, en qué errores no incurrir al maquetar portadas de libros… incluso cómo usar mapas de calor para mejorar el diseño web.
Hoy dedicaremos este espacio a un aspecto tan obviado como, en realidad, importante: la maquetación de contenidos. En concreto, la aplicada a los blogs para aumentar su atractivo y, por tanto, su tráfico. De hecho, con gran frecuencia, es una buena maquetación de contenidos lo que impide la lectura en diagonal e invita a leer de principio a fin (que no te engañen: más a menudo de lo que crees, y sobre todo en el mundo digital, la calidad de un texto no es suficiente gancho para una lectura en profundidad).
Maquetar contenidos implica usar diversos recursos a nuestro alcance (desde resaltes tipográficos hasta títulos o epígrafes, sumarios, listas…) para de este modo volver visualmente más atractiva la lectura de contenidos en Internet e incluso optimizar nuestro posicionamiento en los motores de búsqueda. Veámoslo con los principales recursos:

1. TÍTULOS O ENCABEZADOS. Conforman un modo muy cómodo y útil de estructurar los textos de nuestro blog por párrafos y así facilitar una posible búsqueda por títulos en Google. En definitiva, se trata de una forma de jerarquizar contenidos por encabezados y subencabezados sucesivos. A tal fin, sistemas como WordPress utilizan hasta seis etiquetas distintas: de <h1> (primer nivel de título o encabezado) a <h6> (último nivel). Otros sistemas, como Blogger, solo cuentan con tres niveles. Eso sí, recuerda que cada etiqueta cuenta con su propio estilo determinado, lo cual significa… ya sabes qué, ¿no? En efecto: que nada de venirte arriba decorando innecesariamente tus encabezados y subencabezados con resaltes tipográficos de tu cosecha. Y hablando de resaltes…

2. NEGRITAS Y CURSIVAS. También nos servirán para establecer jerarquías, pero ahora de otro modo: no tanto estructurando bloques completos, sino resaltando palabras o fragmentos. Así, la negrita nos servirá para llamar la atención sobre la importancia de un concepto (ya sean una o varias palabras, ya sean una o varias oraciones… pero siempre ateniéndonos a un uso moderado, eso sí, no más del 10 % del texto total). En cuanto a la cursiva o itálica, resalta no tanto la importancia de un fragmento como un cambio en su entonación (desde usos irónicos hasta expresiones en otro idioma, por ejemplo).

3. ACORTA PÁRRAFOS. El mundo digital no está planteado precisamente para que mantengamos el foco de atención. De forma constante, nos exponemos a estímulos de todo tipo y, desde luego, un texto con largos párrafos no ayuda a atenuar esto, más bien al contrario. Por eso te recomendamos que optes por párrafos más breves, que inviten ante todo a comenzar la lectura y, una vez comenzada, que recompensen al lector con la sensación de (¡oh, sorpresa!) no encontrarse estancado en la lectura.

4. LISTADOS MEDIANTE VIÑETAS O NÚMEROS. Por supuesto, su función es enumerativa. Un recurso de gran utilidad para atraer la atención del lector ávido de datos claramente expuestos, visuales, en absoluto ocultos en una maraña de párrafos sin formato alguno. A fin de cuentas, ¿quién quiere, en pleno siglo XXI, párrafos sin formato alguno?

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