A la hora de publicar cualquier texto, un factor fundamental es la correcta elección de la tipografía. Pero ¿cómo sabemos qué debe tener una tipografía para ser correcta? Ante todo, algo tan obvio como su legibilidad, ya que de poco sirve tener la tipografía más espectacular si luego nos da problemas de lectura.

Existen dos tipos principales de tipografías: con serif y sin serif. Las “tipografías con serif” tienen unos remates ornamentales en los extremos de los trazos (uno de los ejemplos más notorios es la Times, creada para imprimir el diario británico de mismo nombre) y suelen emplearse en libros impresos, desde novelas hasta ensayos. En cambio, la “tipografía sin serif” (o “de palo seco”) carece de esos remates ornamentales, son más “rectas”. Podríamos decir que las tipografías “con serif” son más clásicas y elegantes, mientras que las “sin serif” son más modernas, limpias y versátiles. Pero, ojo, porque todo depende del uso que les demos. De hecho, una tipografía “con serif” puede ser de lo más moderna si sus remates son, por ejemplo, más cuadrados (a este tipo lo llamaríamos “slab serif”, y un ejemplo notorio es la Roboto Slab, muy utilizada en la actualidad).

De todos modos, aún hay más tipos de tipografías, porque en realidad todo esto es un mundo. Por ejemplo, el grupo Script, que engloba todas aquellas tipografías que imitan las letras hechas a mano (o, por qué no, que directamente están hechas a mano). Por supuesto, se trata de un recurso bastante complicado, debido a los problemas de legibilidad que puede presentar si lo usamos de forma demasiado profusa. Eso sí, hábilmente utilizado (en títulos, eslóganes, fragmentos breves de texto…), puede ofrecernos unos resultados notables.

El último grupo que mencionaremos hoy es el llamado Display. Como su propio nombre indica en inglés (“exponer”, “mostrar”, “desplegar”) es una tipografía pensada básicamente para grandes formatos, desde rótulos hasta carteles. Resulta bastante útil cuando lo que buscamos, incluso desde cierta distancia, es una legibilidad clara y un cierto impacto. Pero también puede funcionar muy bien a la hora de diseñar logotipos, siempre y cuando sepamos hacerlo habilidosamente.

Evidentemente, aparte de su legibilidad, hay muchos otros factores que tener en cuenta a la hora de seleccionar (e incluso de combinar) las tipografías que mejor se adapten a nuestro proyecto. Pero esto lo veremos en futuras entradas.

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