En todo libro como objeto, hay un par de elementos fundamentales que pueden invitarnos a abrirlo para echarle una ojeada… o disuadirnos de hacerlo. Nos referimos, por supuesto, a la portada y a la sinopsis. De las portadas no hablaremos hoy (y no será por falta de ganas, porque hay algunas como para darles de comer aparte). Pero sí nos gustaría adentrarnos en esas aguas movedizas que son las sinopsis.
A la hora de vender un libro (ya sea a una editorial, una agencia literaria o incluso los lectores finales) hay que cuidar muchísimo la sinopsis. Básicamente, por un sentido práctico, pues viene a ser la respuesta que damos cuando alguien nos pregunta «¿Y de qué va la novela?». Pero también porque, una vez superada la barrera de la portada, la siguiente barrera que hay que superar es la de la sinopsis. Seguro que te ha pasado a menudo como lector: por mucho que un título o una portada te llamen la atención, lo siguiente que haces antes de darle una oportunidad a la lectura es echar un vistazo a su sinopsis. Así que esta semana te daremos algunos consejos para redactar una bien resultona.

UNA SINOPSIS NO ES UN RESUMEN. Lo que queremos decir con esto es que te olvides de destripar la trama. Puedes dar pinceladas sobre el argumento («desembocando en una velada que ninguno de los invitados podrá olvidar»), sobre las sensaciones que puede provocar («un inquietante relato…»), sobre los personajes más llamativos («protagonizada por una periodista de turbio pasado…») o incluso sobre alguna influencia que tenga («aúna el misterio de… con la sátira de…»), pero no se te ocurra ser tan zoquete como para decir que «y al final el asesino es el mayordomo». A no ser que el libro sea una comedia y la frase la uses con fines paródicos, claro. Una buena sinopsis debe contar un poco de qué va el libro, pero también dejar con ganas de leerlo. Debe ser informativa, pero también comercial. Y que tenga un puntito de originalidad, de factor sorpresa, tampoco está de más.

SÉ BREVE. Recuerda que la función de toda sinopsis es dar a entender a grandes rasgos el contenido (e incluso la experiencia) que cabe esperar. Y cuando decimos a grandes rasgos, eso es lo que queremos decir. No escribas párrafos y más párrafos porque, créenos, nadie va a leerlos. Suerte tendrás de que pasen de las primeras dos líneas.

PERO TAMPOCO TE PASES DE BREVE. Con un par de párrafos, es decir, unas doscientas palabras o quizá un poquito más, vas que chutas.

Y TAMPOCO TE ECHES DEMASIADAS FLORES. En el primer punto decíamos que puedes incluir alguna influencia, pero tampoco te creas el genio de tu barrio. Más que nada, porque el efecto buscado puede volverse en tu contra. La línea entre el homenaje sincero y la arrogancia desatada puede ser muy fina en algunos casos. Una cosa es que digas que «Si Kafka y Berlanga hubieran tenido un hijo bastardo, bien podría ser esta novela», y otra que «Mucho más extraño que un relato de Kafka, mucho más hilarante que una película de Berlanga». Y sin vergüenza por ningún lado, pensará quien lo lea.

CUIDA EL LENGUAJE EN SU JUSTA MEDIDA. ¿Cómo en su justa medida?, estarás preguntándote. Pues que no te pases de coloquial ni de culto, en resumidas cuentas. Selecciona bien las palabras que uses, que para eso van a ser relativamente pocas. En general, usa un lenguaje neutro, no demasiado afectado en ningún sentido. Piensa casi más como publicista que como escritor, para que nos entendamos.

Y CORRIGE, CLARO. Es un consejo que no nos cansamos de repetir (a nuestro curso de escritura eficaz nos remitimos), pero que en este caso nos parece aún más importante. La sinopsis es un texto muy breve, así que no se te caigan los anillos por revisarlo diez veces, si hace falta. Recuerda que es la segunda barrera que hay que franquear antes de que uno abra por fin el libro, de modo que lo mejor es dejarla bien hermosa y bien barrida. Y no solo nos referimos a errores sintácticos, gramaticales y demás, sino a repeticiones indeseadas. Sí, sabemos que tu novela es de misterio, pero no hace falta que repitas «enigmática» tres veces en un texto de solo doscientas palabras, porque solo conseguirás que el misterio acabe importándole tres pimientos a todo el mundo.

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