Durante nuestras entradas dedicadas a la «Guía de escritura eficaz» ya reservamos una en concreto a hablar de la concordancia. Un tema delicado, sin duda alguna, y que por eso mismo merecía su propia entrada, pues siempre es terreno resbaladizo y bastante propenso a los errores. Por supuesto, te recomendamos leer aquella entrada para profundizar un poco más en el asunto; pero, solo por refrescar un poco, recordaremos que la concordancia es un recurso lingüístico que, mediante referencias cruzadas, indica las relaciones gramaticales existentes entre los diversos elementos de una oración. O, como comentamos por aquel entonces con un símil jocoso, viene a ser esa mano que sabe emparejar los calcetines de colores en el cajón textual, de modo que un sustantivo masculino singular vaya con su correspondiente adjetivo masculino singular, no con uno femenino plural.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando no hablamos de dos calcetines perfectamente emparejaditos, sino de tres… o incluso de cinco, si nos apuras? Porque, sí, amigos, nuestra lengua es a veces una descocada y hace unas combinaciones que ríete tú del «reality show» más frívolo de la tele.
Bromas aparte, todos sabemos que el castellano muestra una gran versatilidad a la hora de poner elementos juntos y revueltos dentro de las frases. Por eso, cuando nos hablan de algo como la concordancia, nos arriesgamos a pecar de ser más papistas que el papa y acabar concordando incluso más allá de lo estrictamente necesario. ¿Qué queremos decir con este galimatías? Bueno, veámoslo mejor con un ejemplo, que es como siempre se ven mejor estos asuntos.
Supongamos que tenemos estas dos oraciones:
«La nota de la profesora iba dirigida al padre de Carmen».
«La nota de la profesora iba dirigida a la madre de Carmen».
Imaginemos, pues, que queremos unir ambas frases en una sola. Según la norma, cuando coordinamos dos o más nombres concretos cuyos referentes son entidades distintas, lo normal y recomendable es que cada uno de ellos vaya precedido de su propio determinante. Así, la nueva oración tendría que quedar sí o sí de este modo:
«La nota de la profesora iba dirigida al padre y la madre de Carmen».
Sin embargo, la norma también nos permite que dos o más sustantivos coordinados lleven un solo determinante. Por supuesto, esto resulta particularmente útil cuando tenemos muchos sustantivos coordinados, pues la oración se nos puede volver de una frondosidad intransitable debido a la sobredosis de determinantes. Ahora bien, para ello nos exigen una serie de requisitos:

1) QUE LOS SUSTANTIVOS COORDINADOS SE REFIERAN A LA MISMA ENTIDAD O PERSONA
Ejemplo: «La compositora, cantante, actriz, modelo y ex primera dama Carla Bruni visitará España el próximo mes de abril».
En este caso, los sustantivos coordinados «compositora, cantante, actriz, modelo y ex primera dama» se refieren a una misma persona: Carla Bruni (que, lo creas o no, es todo eso y más). Así pues, nos podemos ahorrar sin problemas la pesadilla lingüística que habría supuesto encabezar cada sustantivo con el artículo «la», como habría ocurrido en «La compositora, la cantante, la actriz, la modelo y la ex primera dama Carla Bruni visitará España el próximo mes de abril». Agota solo de leerlo, ¿verdad?

2) CUANDO LOS SUSTANTIVOS COORDINADOS LLEVAN UN ADJETIVO ANTEPUESTO QUE CALIFICA A TODOS ELLOS
Ejemplo: «La asombrosa fortaleza y vigor de tu hermana nunca deja de inspirarme».
En este caso, los sustantivos coordinados son «fortaleza y vigor», y el adjetivo antepuesto que califica a ambos es «asombrosa». Como vemos en este caso, el adjetivo, que tiene un valor subjetivo, ha de concordarse en género y número (es decir, femenino singular) con el sustantivo más próximo: «fortaleza». Pero, además, también ocurre lo mismo con el artículo que los acompaña («la») y la persona del verbo correspondiente («deja»).

3) CUANDO LOS SUSTANTIVOS SE CONCIBEN COMO UNA UNIDAD Y SE REFIEREN A PARTES DE UN MISMO CONJUNTO O A ASPECTOS PARCIALES DE UN TODO
Ejemplo: «Ya sabes que estoy aquí para cualquier duda o consulta que tengas».
Podríamos haber dicho «cualquier duda o cualquier consulta» o aventurarnos con un churrigueresco «cualesquiera duda o consulta» (glups…). Pero, dado que interpretamos «duda» y «consulta» como partes de un mismo conjunto o aspectos parciales de un todo (al fin y al cabo, tanto dudas como consultas son «marrones» —si se nos permite la vulgaridad— que le van a caer a la misma persona), podemos optar por una concordancia maravillosa que los reúna como buenos hermanos: «cualquier duda o consulta».

Y, ya para ir cerrando, un pequeño apunte que puede servirnos en alguno de los puntos anteriores. A veces, desconocemos o preferimos no precisar el número de individuos u objetos a los que nos referimos, así que coordinamos las formas singular y plural de un mismo sustantivo, como en las fórmulas «el maestro o (los) maestros», «el ciudadano o (los) ciudadanos»… Pues bien, en esos casos podemos prescindir cómodamente del determinante plural entre paréntesis y dejar que aparezca el otro en singular ante la primera de esas formas, como en «el maestro o maestros», «el ciudadano o ciudadanos»… Menos rollo, ¿no crees?

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies