¿Te ha ocurrido alguna vez que te sientas a escribir y, por mucho que lo intentas, no sale nada? ¿O que lo que te sale no fluye, no te convence? Pues a lo mejor el problema está precisamente en ese “por mucho que lo intentas”. Porque, al igual que el talento se tiene o no se tiene, la inspiración literaria no se puede forzar.
Lo que sí se puede es favorecerla. Y, si nos permites el chiste fácil, el mejor modo no es sentarse a hacer fuerza hasta que se destapone el bloqueo creativo. En la entrada de esta semana te daremos algunos consejitos prácticos al respecto.
NO TE QUEDES SENTADO. Si la inspiración no está ni se la espera, quizá lo mejor sea no esperarla, y antes o después estará. A veces, la mera presión de encontrarnos ante la página en blanco solo entorpece, así que haz otra cosa. Ponte a ordenar tu cuarto, a fregar platos, a barrer la casa, a regar las plantas… y deja volar la imaginación mientras lo haces. Te sorprenderán los resultados.
O, CONCRETAMENTE, SAL A HACER EJERCICIO. Una actividad tan sencilla como tomar el aire mientras corres o das un paseo puede obrar auténticas maravillas en esa cabecita embotada. Además, hacerlo escuchando en los auriculares música que te gusta pude brindar una valiosa ayuda adicional. Porque, en efecto…
…, LA MÚSICA AMANSA AL VACÍO. Vale, el refrán dice que amansa a las fieras, pero lo mismo obra con el tedio, el bloqueo y, en definitiva, el vacío. Ponte una música adecuada al texto que estás escribiendo o pretendes escribir, úsala como “banda sonora” y (de nuevo) deja volar la imaginación. ¿Que estás escribiendo una fantasía épica? Pues ponte el “O Fortuna” o la banda sonora de “Conan, el bárbaro”. ¿Qué es un relato de terror? Pues una inquietante partitura atmosférica. Lo creas o no, te ayudará a “alterar” en cierto modo tu estado de conciencia, que es de lo que se trata.
LEE. A fin de cuentas, lo que pretendes es escribir, ¿no? Pues ¿qué mejor sitio donde encontrar inspiración que en la propia literatura? Saca de la estantería un libro que admires de tu autor o autora favorito y hojéalo, lee y relee fragmentos, deléitate con su prosa (o con su poesía) y déjate empapar por su talento. Eso sí, sin dejarte avasallar, que se trata de inspirarte, no de competir.
SÉ FLEXIBLE. Supongamos que tienes debidamente planificado tu libro o relato y ya lo empezaste a escribir hace tiempo. Sin embargo, por el motivo que sea, precisamente en estos momentos no tienes el cuerpo para escribir el pasaje que tocaba hoy. Bueno, ¿y si te saltas ese pasaje por ahora? Quizá haya otro posterior que sí te apetece más escribir en estos momentos.
TAMPOCO TE OBSESIONES. A veces no hay truquito que valga. A veces da igual el empeño que pongamos, pues la inspiración se ha tomado un día de baja y no hay canto de sirena que la haga venir. No pasa nada. Como decía Escarlata O’Hara: “Después de todo, mañana será otro día”.