Si hay una herramienta que ha actuado de forma decisiva para favorecer la globalización creciente de todo, sin duda es Internet. Y cualquier que desee promocionarse por este medio lo sabe muy bien. “Aquello de lo que no se habla es como si no existiera”, suele decirse a veces. Pues bien, esta frase podría adaptarse fácilmente a los tiempos digitales diciendo que “aquello que no está en Internet es como si no existiera”. De ahí que cada vez más empresas vendan en su propia página web. Y no solo eso, sino que cada vez más empresas traducen el contenido de dichas webs a otros idiomas, con tal de no cerrar las puertas a ningún cliente, por muy lejos que se encuentre o por distintos que sean su cultura e idioma. Y, claro, llegados a este punto es donde más se puede meter la pata, así que he aquí una lista de los errores imperdonables que no deberían cometerse al traducir una tienda en línea.
NO TIENES EN CUENTA EL DISEÑO DE LA PÁGINA. Esto supone un problemón cuando, en nuestro afán por transmitir con la máxima fidelidad todos y cada uno de los conceptos y matices, acabamos generando una enorme diferencia en el total de palabras entre el texto original y el traducido. Supón que un texto que en inglés ocupaba 250 palabras pasa a ocupar bastante más de 300 en español. Fijo que se te descuadra la estructura con la que se ha diseñado la web. Así pues, a veces tocará no solo traducir, sino también adaptar y editar para ajustarse a este detallito “extralingüístico”.
TRADUCES DETERMINADAS PARTES ÚNICAMENTE. Un error típico es traducir lo que se considera “más importante”: la descripción de los productos. Por supuesto, se trata de una receta infalible para ahuyentar a clientes potenciales. Imagínate que, como posible cliente, entras en la web de una empresa griega, donde solo se ha traducido al español la descripción de los productos, mientras que todo lo demás está… ¡en griego! Dudamos que tengas la paciencia necesaria para hacer encaje de bolillos metiendo en un traductor automático el texto restante. Lo más seguro es que abandones la página. Y con razón. Por cierto, hablando de traductores automáticos…
USAS TRADUCTORES AUTOMÁTICOS. No podía faltar la joya de la corona en toda lista sobre los grandes “aaarghs” de la traducción aficionada. Que sí, que son herramientas útiles para determinados casos, pero a veces pueden hacer más mal que bien. Un traductor profesional siempre sabrá solucionar mejor que una máquina los múltiples problemas que las brechas culturales pueden plantear.
OLVIDAS TRADUCIR LAS ACTUALIZACIONES. Y por último, pero no menos importante, no pienses que una vez traducida la web ya está todo hecho. El mercado cambia y, con él, también todo lo demás: desde los clientes hasta las propias empresas e incluso la jerga del sector. Se lanzan nuevos productos, otros se discontinúan… De poco sirve que hayas traducido una web a las mil maravillas si, a lo largo del tiempo, no aplicas ni traduces las actualizaciones que sí has ido añadiendo al texto original. Así que al loro con esto.