Suponemos que, a la hora de escribir, sabes perfectamente en qué se diferencia el uso de la coma del uso del punto (y, si no lo sabes, tenemos un problema serio). Ahora bien, ¿sabrías decir en qué se diferencian el uso de la coma o del punto del uso del punto y coma? Tal vez ahí ya comiencen a surgirte ciertas dudas. Y razonables, pues el punto y coma es en cierta medida el gran desconocido de estos signos. De hecho, podría decirse que el punto y coma es esa Maléfica de la ortografía que nunca parece estar invitada a la fiesta… y que, sin embargo, cuando menos te lo esperas, ahí surge en medio del salón sin que sepas cómo ni por qué.
Pero estamos para despejar dudas, así que toma nota. A grandes rasgos, podría afirmarse que entre estos tres signos de puntuación se establece cierta jerarquía que permite organizar el texto para darle coherencia: la coma separa secuencias más dependientes entre sí que las que separa el punto y coma; y, a su vez, el punto y coma separa secuencias más dependientes que las que separa el punto. O, dicho de otro modo, empleamos el punto para separar oraciones distintas; el punto y coma, para separar las unidades textuales que componen una oración; y la coma, para separar elementos dentro de una misma oración. Por ejemplo:

“Esta es la casa de Andrés. Me gusta mucho su diseño”.
“Esta es la casa de mis padres; la compraron hace ocho años”.
“Esta era la casa de mis abuelos, pero tuvieron que venderla”.

Sencillo, ¿verdad? Bueno, no del todo. De hecho, te habrás percatado de que el uso del punto y coma presenta un grado bastante elevado de subjetividad, pues puede ser sustituido sin demasiados problemas por cualquiera de los otros dos signos (y, a veces, incluso por el de dos puntos, aunque no entraremos en eso hoy, por no marear la perdiz). Así pues, en ocasiones podemos elegir una u otra opción y todas son correctas, aunque cada una dará un resultado distinto. Veámoslo con tres ejemplos que comparten un mismo significado literal, pero con ciertos matices que varían según lo hace el signo ortográfico sustituido:

“Se quedó estudiando. Afortunadamente”.
“Se quedó estudiando; afortunadamente”.
“Se quedó estudiando, afortunadamente”.

Si lees en voz alta cada oración, verás que hay una diferencia bastante grande entre las dos primeras (la del punto y la del punto y coma) y la tercera (la de la coma). En la primera, al aislar por completo ese “Afortunadamente”, se cargan mucho las tintas en lo graves que podrían haber sido las consecuencias de no haberse quedado estudiando. No obstante, tal gravedad se va diluyendo conforme pasamos al punto y coma y, por fin, a la coma.
Por otro lado, el uso de un signo u otro también puede atender a una decisión puramente estilística. Así, si escribimos frases cortas y las terminamos con un punto y seguido, lograremos ofrecer una lectura más rápida y entrecortada.

“Se aseguró de que no lo seguían. Se subió al tren. El revisor tropezó con él”.

En cambio, si pretendemos que la lectura sea un poco más pausada, menos acelerada, entonces usaremos el punto y coma.

“Se aseguró de que no lo seguían; se subió al tren; el revisor tropezó con él”.

Ahora bien, si queremos ralentizar aún más la lectura, lo mejor es que recurramos a comas para separar las secuencias (que, de este modo, parecerán mucho más próximas entre sí).

“Se aseguró de que no lo seguían, se subió al tren, y el revisor tropezó con él”.

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