Podríamos definir “diseño editorial” como la rama del diseño gráfico especializada en diseñar, componer y maquetar todo tipo de publicaciones (ya sean impresas, ya sean digitales): desde libros hasta revistas, periódicos, catálogos o trípticos.
Quizá al llegar a este punto, algunos lectores se estén preguntando: “Ah, pero ¿diseñar y maquetar no es lo mismo?”. En absoluto, aunque tienen alguna característica común y ambos elementos resultan indispensables en el desarrollo exitoso de una publicación. Pero vayamos por partes.
Se denomina “diseño” al proceso cuya finalidad es concebir, planificar y dar forma al estilo visual de una publicación: colores, cubiertas, tipografías, títulos, encabezados, disposición de elementos gráficos (como fotografías, tablas e ilustraciones)… El resultado de esta labor de diseño es un documento base al que llamamos “archivo máster”, que será lo que por fin se vaya a maquetar.
Respecto a la “maquetación”, este paso del diseño editorial tiene lugar justo después del que acabamos de ver y consiste en ordenar y cargar en cada página de la publicación los contenidos correspondientes. Para ello, y siempre respetando unas pautas preestablecidas, se dispondrá el material específico en el archivo máster previamente elaborado.
En resumen, podría decirse que la diferencia entre ambos conceptos es la que hay entre originar una idea creativa a partir de la cual se compone una especie de plantilla (diseño) y ordenar unos contenidos en esa plantilla previa (maquetación). El maquetador no tiene que idear y dar forma al diseño, ni tampoco que modificarlo: su responsabilidad se limita a hacer la composición, es decir, a cargar el contenido en ese archivo máster que recibe ya finalizado.
Por otro lado, ¿es posible que una misma persona realice ambas tareas? No solo es posible, sino que sucede con bastante frecuencia que un diseñador se ocupe de maquetar personalmente. O incluso puede ocurrir que un maquetador reciba unas páginas de estilo para crear él mismo el documento base ciñéndose a unas pautas predeterminadas. Sin embargo, lo deseable es que cada labor la desempeñe un profesional distinto, pues ambas tienen sus complejidades específicas. Y ni todos los maquetadores son buenos diseñadores gráficos, ni todos los diseñadores gráficos son buenos maquetadores.