EPUB, MOBI, AZW… Son múltiples los proveedores de servicios que nos permiten generar libros digitales con cierto estándar de calidad. Sin embargo, a la hora de producir dichos libros, todo se reduce fundamentalmente a dos medios: la conversión y el desarrollo. Dicho esto, ¿sabemos en qué consiste cada uno? Y lo que es más importante: ¿sabemos cuál nos conviene más?
CONVERSIÓN
A priori, podríamos decir que la conversión es la modalidad más sencilla y económica de producir un libro electrónico. Mediante un programa, plug-in o plataforma web (uno de los medios más populares es el gestor de bibliotecas Calibre), el usuario convierte un archivo base (que puede ser desde un documento Word hasta una maqueta de InDesign) a diferentes formatos (como ya hemos dicho, desde EPUB hasta MOBI, etc.). En cierto modo, se trata de «traducir» un diseño.
Sin embargo, aunque parece una modalidad muy resultona, no por ello está exenta de posibles trampas: errores técnicos (incluidos metadatos erróneos), diseño caótico debido a cambios imprevistos… En definitiva, un libro digital puede que sin la calidad deseada, si no dominamos por completo la metodología. Afortunadamente, algunos de estos problemas se pueden solucionar mediante las configuraciones avanzadas de exportación, por ejemplo. Pero no siempre sabemos hacerlo, y por eso nos toca recurrir a ayudas externas. Así pues, lo que conseguimos a menudo es un libro digital meramente «pasable».
DESARROLLO
El mejor modo de producir un libro electrónico limpio, bonito y profesional es cuidando el código de fondo; y, para ello, nada como el desarrollo. No se trata de convertir («traducir», como dijimos) a su formato final, sino más bien a un formato intermedio. Partiendo del archivo base (pongamos uno de Word), en lugar de convertirlo a EPUB o MOBI, esta vez se convierte a HTML. Una vez obtenido, se usa un programa (normalmente, Sigil) para comenzar a trabajar el resto de los archivos que conforman el libro electrónico y, de este modo, generarlo por fin.
En definitiva, el desarrollo es una modalidad que permite mayor uniformidad y control, una indudable calidad editorial y, por descontado, un acabado mucho más profesional que la conversión. Sí, también es cierto que es menos económico, el proceso se ralentiza y hay que invertir más tiempo, pero ¿acaso no lo merece nuestro libro?