“Quesuismo”. Menudo “palabrejo”, ¿verdad? Suena a algo serio, incluso grave. Como para no tomárselo a broma. Casi suena a enfermedad. Y, en cierto modo, lo es. De hecho, no nos extrañaría mucho que tu modo de expresarte estuviera aquejado de semejante afección, por mera estadística. Claro que tampoco quisiéramos ponernos catastrofistas, así que te anticipamos una buena noticia: si se trata de una “enfermedad”, desde luego es de las que tienen cura.
Pero veamos antes de nada qué es en realidad eso del quesuismo. Muy sencillo: se trata de un fenómeno lingüístico del idioma español (por no decir un error gramatical, así sin medias tintas), propio del habla informal, que consiste en emplear la secuencia “que su” o “que sus” (es decir, el pronombre relativo “que” antecediendo de forma directa al posesivo “su” o “sus”), en vez del relativo “cuyo”, “cuya”, “cuyos” o “cuyas”. Por ejemplo, en la oración “Esa es la niña que su hermana es bailarina” (en realidad, debería ser “Esa es la niña cuya hermana es bailarina”).
Eso sí, debemos aclarar que la secuencia “que su” no constituye quesuismo cuando ese “que” se usa como conjunción, solo cuando es pronombre relativo: por ejemplo, en “Me prometió que su padre vendría a buscarnos”; obviamente, en este caso jamás podríamos decir: “Me prometió cuyo padre vendría a buscarnos”.
Pues bien, una vez determinados los síntomas, veamos por qué se reproduce este virus. A ver, no quisiéramos poner la mano en el fuego por nadie, pero tampoco nos parece muy descabellado aventurar que, en la mayoría de los casos, el quesuismo se produce porque los relativos “cuyo”, “cuya”, “cuyos” o “cuyas” se perciben como demasiado cultos, por no decir que pedantes.
¿Una percepción absurda e injusta? Sin duda alguna. Pero quizá también comprensible, hasta cierto punto, pues se trata de una palabra que vemos con más frecuencia en el lenguaje escrito o, si acaso, en el hablado formal. Supón que, en un arrebato de sinceridad, tu hija te confiesa: “Me ha pedido salir el chico que sus padres son profesores”. Por supuesto, lo correcto sería “cuyos padres”, no “que sus padres”, pero bastante nerviosa está la pobre como para meterle el dedo en la llaga de sus carencias lingüísticas (y, además, para una vez que se sincera contigo…).
Con esto no estamos justificando el quesuismo, ojo. Solo decimos que son cosas que ocurren, y más cuando hablamos rápido y de forma relajada. Pero tampoco es una gran excusa. Así pues, no está de más que seamos conscientes del error y le pongamos remedio en la medida de lo posible. Sobre todo, en ciertos contextos y usos donde podemos quedar como unos auténticos paletos. No te apures, que nadie va a hacer memes de ti como si te hubieras convertido en Hermione Granger corrigiendo a otros.