Por fin has escrito tu libro, lo has corregido, lo has editado y llega el momento de la verdad: venderlo. O, mejor dicho, el paso previo a venderlo: publicitarlo y convencer para que al menos lo compren (que lo lean ya es la última frontera). Ahora bien, ¿cómo hay que publicitarlo?
Pues bien, en la entrada de esta semana no vamos a decirte cómo deberías hacer las cosas, sino más bien cómo no hacerlas. Y, para empezar, te daremos un dato: según el Ministerio de Cultura, en 2022 se editó en España la friolera de 92 616 libros con ISBN. No queremos deprimirte, pero ya te puedes figurar lo que supone tu libro en medio de ese océano. Lo más fácil es que pases desapercibido; o, al menos, que no hagas tanto ruido como te gustaría. Así pues, toma nota de estos errores que te conviene evitar para, en la medida de lo posible, no ponerle las cosas fáciles a la inercia del mercado.
DEDICARLE POCO TIEMPO A PLANIFICAR LA ESTRATEGIA DE MARKETING. Este problema es especialmente aplicable a la autoedición, pero ojo, porque también en la edición convencional puedes pecar de desidia. Está muy bien que confíes en tu editorial, pero tampoco está de más que le propongas ideas y las contrastéis. Ellos tienen a muchos autores que promocionar, mientras que tú solo tienes a uno. Y ya sabes que la unión hace la fuerza. Además, si has dedicado tiempo a escribir el libro, ¿no crees que tiene todo el sentido del mundo dedicarle no menos tiempo a planificar la promoción de este?
PONERTE EN PLAN CANSINO. Las redes sociales están para usarlas, eso está claro. Y son un estimable medio de promoción. Pero no seas plasta y úsalas sabiamente. No dediques todas y cada una de tus publicaciones a promocionar tu libro. No envíes solicitudes de amistad para, en cuanto las acepten, bombardear a esos pobres incautos con publicidad de tu libro, a veces sin haber cruzado ni una palabra con ellos (o incluso tras haberla cruzado). Así nadie se va a interesar.
SER GRATUITAMENTE INCENDIARIO EN REDES. En “Madres paralelas”, de Pedro Almodóvar, había una escena donde la actriz interpretada por Aitana Sánchez Gijón afirmaba: “Yo soy apolítica. Mi trabajo es gustarle a todo el mundo”. Pues bien, tampoco te pedimos eso (presuponiendo que tu meta no sea gustarle a todo el mundo). Pero recuerda que las polémicas no siempre venden. Y que morder la mano que te da de comer, tampoco necesariamente. Además, aunque en efecto hay autores que han asentado su imagen pública en una personalidad incendiaria, ¿hasta qué punto esa imagen es coherente con la obra que estás intentando vender? E, incluso en el caso de que sí lo sea, ¿estás articulando de forma orgánica dicha personalidad o, por el contrario, se está notando demasiado que eres más falso que un euro de madera?
IRTE AL EXTREMO DE LA SOBERBIA… O AL DEL VICTIMISMO. Se dice que todos los extremos son malos. Y, desde luego, estos dos lo son. Vale que pienses que tu novela es espléndida, indispensable y lo más rompedor que se ha escrito en décadas. Pero una cosa es que lo pienses tú en tu casa y otra que uses como argumento de ventas esa percepción (subjetivísima) de tu obra. ¿A que no dirías: “¡Léanla! Mi madre cree que es una novela maravillosa”? Sería ridículo, nadie va a comprar un libro porque la mamá del autor haya dicho que a ella le encanta. Pues lo mismo contigo. Por otro lado, tampoco te vayas al extremo opuesto (“qué mal se está vendiendo mi libro, no me entienden”), ni mucho menos a una intersección entre ambos (“qué mal se está vendiendo mi libro, ¡con lo bueno que es!”). Y por un motivo muy sencillo: ¿a que nunca le has comprado su libro a un desconocido por pena? Pues no vemos por qué contigo iba a ser distinto.