“Me gustan los toreros que están en el candelabro”. Seguro que recuerdas esta célebre metedura de pata de la modelo Sofía Mazagatos, en la que dijo “candelabro” cuando en realidad quiso haber dicho otra palabra que sonaba peligrosamente parecida: “candelero”. Pues bien, este tipo de errores se llaman “malapropismos” y consisten en sustituir por equivocación una palabra por otra que nos suena demasiado similar (es decir, lo que se conoce por un parónimo) y que, en el momento de usarla, no hemos sabido identificar de forma correcta.
Mucho nos carcajeamos en su día a costa de la pobre Mazagatos, pero en realidad el malapropismo es un desliz (o un barbarismo, hablando a las claras) más frecuente de lo que tal vez pensemos, sobre todo en el habla cotidiana… Es más, se trata de un desliz en el que nadie está libre de caer, ya que en el momento menos pensado, ¡zas!, la mente puede hacernos una jugarreta (ya sea por descuido, ya sea por cansancio u otras razones).
Pero ¿de dónde viene ese nombre tan raro de “malapropismo”? Se trata de una castellanización del vocablo inglés “malapropism”, derivado a su vez de Mrs. Malaprop, un personaje cómico teatral que hacía reír al público cometiendo este tipo de errores durante sus intervenciones. Porque, en efecto, otra cosa no tendrán los malapropismos, pero potencial cómico, muchísimo. Así que, más allá del famoso “candelabro”, ¿qué te parece si vemos algunos ejemplos clásicos?

  • “Es diabética, se inyecta ursulina” (por “insulina”).
  • “Tengo que leerme un libro sobre las guerras de los vándalos y los arándanos” (por “alanos”).
  • “Esto me lo sé a pies puntillas” (por “juntillas”).
  • “Tiene un timbre de voz muy agudo, casi de nenuco” (por “eunuco”).
  • “¿Te pica el cuero cabezudo?” (por “cabelludo”).
  • “Esta película es un auténtico bodorrio” (por “bodrio”).

Y así podríamos estar todo el día, francamente. No en vano, los malapropismos son errores muy personales, es decir, que tienen mucho que ver con la forma de hablar de cada cual y su forma específica de integrar el idioma. Casi podríamos afirmar que hay tantas decenas de malapropismos como personas. Pero esperamos que esta breve lista te haya servido de ejemplo ilustrativo y te haya resultado, quizá, “trinchante”… ¡Es decir, “tronchante”! Tú ya nos entiendes.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies