Hasta ahora, en este curso de escritura eficaz hemos visto todos los pasos que hay que observar antes de la redacción de un texto: desde la selección del tema hasta la localización del tipo de receptor y el bocetaje de la estructura, entre otros. Pero en algún momento hay que sentarse a escribir, y entonces tendremos que poner en práctica todos estos pasos previos sobre los que hemos estado reflexionando.
Ante todo, debes tener en cuenta que lo que vas a redactar no será, muy posiblemente, el texto final. Saber que te enfrentas a un borrador, y que por tanto puedes darte el lujo de equivocarte, afinar y reescribir, te quitará miedo a la página en blanco. Y, si no, siempre puedes leer la entrada dedicada en este mismo blog a cómo superar el bloqueo. Aunque dirigida a escritores literarios, puede ofrecerte algunos consejos válidos dentro de otros contextos.
También te vendrá bien predefinir un promedio de párrafos, así como los temas o subtemas que desarrollarás específicamente en cada uno de ellos (no te preocupes si ves que cierto tema aparece a menudo durante la escritura: es posible que se trate del tema principal, y, dada su naturaleza de hilo conductor, es lógico que vuelvas a él más de una vez). Tener clara la arquitectura del texto y el orden lógico no solo de los párrafos, sino también de las ideas a lo largo de cada párrafo, te será de gran ayuda para trabajar cada uno de los puntos. ¿Cuántos párrafos necesitamos, por ejemplo, para desarrollar la introducción o el planteamiento? ¿Bastará con uno solo? ¿Dos? ¿Quizá tres? Por supuesto, ello dependerá de la extensión final que hayamos calculado para el texto.
Además, recuerda que todo escrito se encuentra vinculado de forma bastante directa a la persona específica o genérica a quien irá dirigido. Visualizar a ese lector te marcará muchas pautas: desde la subjetividad o la impersonalidad del enfoque hasta el tipo de escritura, entendida como lenguaje, tono y estilo. Plantéate el proceso de escritura como un diálogo con el receptor de tu mensaje, pues eso te permitirá definirte tú como escritor y definir tu mensaje como realidad tangible y, por fin, expresada mediante palabras.
Con todo esto en mente, ponerse a escribir será mucho más sencillo y fluido de lo que crees. No olvides que el movimiento se demuestra andando.

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