Escribir puede ser un verdadero placer, pero a veces también puede convertirse en una obligación, cuando no en una tortura. Tres formas distintas de aproximarse a un mismo hecho, en efecto, pero no por ello incompatibles. Y así nos lo demuestra “La cocina de la escritura”, de Daniel Cassany, que no en vano apela a estos tipos de “escritores”, entre otros, ya que se trata de un manual para aprender a redactar (o para perfeccionar nuestras habilidades en ese sentido).
Da igual si tienes que redactar debido a tu trabajo en una empresa, a tus estudios actuales o a la irresistible pasión que despierta en ti la literatura. Da igual que te encante ponerte frente al ordenador, que simplemente lo toleres o que lo aborrezcas pero te veas obligado a darle a la tecla. En cualquiera de estos casos, “La cocina de la escritura” tiene algo (o mucho) para ti.
El filólogo Daniel Cassany recoge en este libro (publicado por Anagrama en su Colección Argumentos) lo más granado de la tradición occidental en el ámbito lingüístico en general y de la escritura en particular: desde las principales investigaciones científicas hasta útiles estrategias para encontrar, ordenar y desarrollar ideas; reglas para escoger palabras; consejos para estructurar el texto (no solo frases, también párrafos); juegos sintácticos; recursos estilísticos o incluso truquitos para “enganchar” al lector. Por otro lado, también te brinda una relación de aquellos errores y vicios que conviene evitar: cacofonías, tics, anfibología…
Cassany estructura este libro de 250 páginas en dieciséis capítulos, un epílogo (con el ineludible decálogo de la redacción) y una completa bibliografía para ahondar en el tema. Además, aunque tiene su indudable valor teórico, hay que destacar que se trata de una obra muy orientada al uso útil, por lo que está repleta de ejemplos e incluso ejercicios que cualquiera con un mínimo conocimiento de la materia puede entender y poner en práctica.
Eso sí, como se comenta en la contraportada del propio libro, este arsenal de ayudas no va a hacer de ti un gran escritor… a no ser que ya albergues de antemano la materia prima necesaria para ello. “¡El talento no se enseña!”. Eso sí, te dará acceso a esa cocina donde se cuecen los mejores textos, o al menos los más resultones, con los recursos más sabrosos y las mejores técnicas, ya sean de temporada o de ayer, hoy y siempre.

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