En medio de la vorágine de cambios y nuevos retos que está experimentando el sector editorial en los últimos años, la figura del agente literario ha cogido fuerza, al asumir ciertas funciones que antes estaban únicamente dirigidas por el propio editor. Esto refuerza sobremanera la relación autor-agente.
Aunque casi todos los escritores hoy en día cuentan con un agente, lo cierto es que también hay muchos otros que prefieren eliminar a los intermediarios y tener una relación directa con la propia editorial; así, son ya las propias editoriales las que ofrecen este servicio de representación, y están empezando a crear sus propios departamentos de negociación de derechos de autor.
¿Y qué hacen entonces los agentes literarios? Pues lo que toca, reinventarse. Ya no solo asumen funciones de representación, negociación de derechos de autor y divulgación de la obra, como antaño, sino que se han convertido en las personas más cercanas al autor, la mano del rey. Aconsejan y apoyan al escritor e interfieren en su relación con la editorial si la cosa se pone tensa; solucionan ciertas cuestiones logísticas en la difusión de la obra, y asesoran al autor en temas literarios; buscan salidas para el libro en diferentes soportes, como películas, videojuegos, etc. En definitiva, acompañan y asesoran al escritor, que muchas veces se encuentra muy solo frente al papel en blanco.
Hoy en día, que un agente literario consiga sobrevivir o no al arduo mercado editorial va a depender del valor añadido que ofrezca en sus servicios. Como ya hemos comentado, sus funciones cada vez se acercan más a las del editor, con lo que debe tratar de que el resultado sea lo más coherente y eficaz, a nivel tanto literario como empresarial.
Sin embargo, el futuro para estos profesionales no podemos decir que sea un campo de amapolas… La crisis del sector nos afecta a todos, y los agentes literarios muchas veces son vistos como figuras prescindibles, con lo que serán de lo primero de donde el autor recorte gastos.
Las nuevas tecnologías, internet, las redes sociales… Todo ello está marcando un nuevo ritmo en el mercado editorial, una nueva tendencia hacia el boca a boca, hacia la autopromoción. Sin embargo, son también un arma de doble filo. La facilidad creciente por apropiarse indebidamente de los derechos de propiedad intelectual convierte al agente literario en un elemento casi imprescindible para velar por ellos. E irremediablemente será sobre los hombros del agente donde recaerá buena parte del peso de la piratería, la poca presencia de los autores españoles en las listas de los más vendidos, el plagio, la pérdida del valor del libro… Escritores, haceos con un buen agente. Agentes, haceos con una gran dosis de valor y capacidad de adaptación.