De un modo u otro, todos estamos más o menos familiarizados con las rimas. Las hemos oído en refranes (“En abril, aguas mil”), en poemas que hemos estudiado en el colegio, en versos de nuestras canciones favoritas…
Ahora bien, si en poesía las rimas voluntarias pueden aportar un valor indudable, en prosa más bien se desaconsejan. No está bien visto que se nos deslicen de forma involuntaria esos recursos que no pertenecen realmente a esa forma de expresión. Y recalcamos el “de forma involuntaria”, pues una cosa es rimar palabras sin haberlo querido; y otra, hacerlo a propósito. Como con el “estamos más o menos familiarizados” de la primera frase de esta entrada, cuya rima “estamos/familiarizados” sirve muy bien para ilustrar lo que podría haber sido un desliz.
“Sin haberlo planeado, me ha salido un pareado”, habrás bromeado alguna vez. Pero ojo, que los “pareados no planificados” (nueva rima buscada, lo admitimos) siguen ocurriendo con igual frecuencia incluso por escrito, cuando creemos no haber bajado tanto la guardia. Por eso te recomendamos que, una vez escrito tu texto, lo leas en voz alta para captar al vuelo esas visitas inesperadas y retirarles la invitación. No hay mejor modo de echarles el guante que detenerte en la musicalidad de las palabras, donde sin duda te saltarán más a la vista (o, mejor dicho, al oído) esas repeticiones sonoras que en ningún momento habías buscado y que, precisamente por eso, pueden resultar de lo más molestas.
Tomemos, por ejemplo, esta frase: “Para cualquier medicamento, es indispensable su aprobación antes de la comercialización”. Léela en voz alta. ¿Ya? Como te habrás percatado, tenemos una sonorísima rima interna en ese “aprobación/comercialización”. Así pues, “una vez cazada la rima no invitada” (por ejemplos que no quede), podemos solventarla sustituyendo uno de los dos elementos rimados por otro que no rime con nada. Así que podríamos sustituir, o bien “su aprobación” por “aprobarlo”, o bien “la comercialización” por “el lanzamiento comercial”. Sencillo, ¿verdad?
¡Pues no tanto! Ten en cuenta que cada elemento cambiado puede estar creando una nueva rima interna con otro elemento, ya sea de la misma frase o de otra (inmediatamente anterior o posterior). Por eso, una vez solucionado el entuerto, lo mejor que puedes hacer es releer esa misma frase, seguida de la de antes y de la de después, para asegurarte de no haber sacado la pata de un sitio para meterla en otro, como quien dice.
Por último, suponiendo que estés corrigiendo un texto ajeno, quizá te estés preguntando: ¿cómo sé si hay o no voluntariedad en la rima interna de un texto en prosa? Créenos: por lo general, te darás cuenta (a través de su uso claramente irónico, por ejemplo, como en muchos casos que hemos ido desperdigando a lo largo de esta entrada). Aunque, también por lo general, te diremos que dudamos haya voluntariedad alguna.