En maquetación llamamos “retícula compositiva” a esa especie de “rejilla” (invisible a la hora de la impresión) que se distribuye a lo largo y ancho de la página y que sirve como líneas guía a partir de las que disponer los diversos elementos tanto de texto como de imagen.
Básicamente, se compone de estos elementos:

• Columnas (cuya suma nos ayudará a calcular el ancho total de la retícula).
• Filas (cuya suma nos ayuda a calcular la altura total).
• Medianiles (es decir, el espaciado entre columnas, fundamental para obtener una correcta legibilidad y una adecuada correlación entre las cajas de texto).
• Márgenes.

A su vez, podemos tener tres grandes tipos de retículas:

• Sencillas: Las encontramos en casi en todos los etiquetados, periódicos, etc.
• De 2 y 4 columnas: De amplio uso entre los diseñadores, pues les permite composiciones muy equilibradas (si bien, a veces, pueden pecar de excesivamente simétricas).
• De 3 y 6 columnas: Ideales para diseñar folletos publicitarios.

Como puede verse, es un tema más o menos flexible. En todo caso, cada vez que se vaya a emprender una nueva maquetación, lo importante es elegir un formato inicial de retícula que ayude a distribuir los elementos de forma armónica y estética en la página, y con homogeneidad a lo largo de la obra entera. Esto nos ahorrará mucho tiempo de trabajo posterior.
Por otro lado, para tomar tal decisión, el diseñador deberá tener en cuenta diversos factores: desde el formato de la página hasta los márgenes que se pretenden usar o incluso la clase de obra editorial (no tiene mucho sentido que usemos la misma retícula para una revista o libro, que a fin de cuentas van cosidos o grapados —con las limitaciones de espacio que eso exige tener en cuenta— que para un tríptico o un documento cuyas páginas irán sueltas).
A la hora de diseñar una retícula, conviene seguir estos pasos:

• Elegir márgenes: Esto nos ayudará a evitar que queden fuera de la página los elementos importantes.
• Elegir columnas y medianiles: Las columnas definen las líneas verticales de la página, fundamentales para distribuir los elementos textuales y las imágenes. En cuanto al medianil, ya hemos indicado antes la enorme importancia que también tiene.
• Establecer líneas de flujo: Si bien este elemento horizontal no es indispensable, sí ayuda a establecer el inicio y el final de diversas secciones dentro de la página.

En definitiva, las retículas ayudan a disponer los elementos en las páginas de forma ordenada, homogénea y estética. Aunque, por supuesto, no todo son ventajas en este sistema. De hecho, a menudo los diseñadores editoriales (sobre todo, los más creativos) se topan con el dilema de cómo hallar el equilibrio ideal entre el orden y la uniformidad que facilita la estructura reticular, y la necesidad de esquivar esa monotonía y rigidez.

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