Sin duda, uno de los grandes enigmas al que se enfrentan los estudiantes de español (e incluso nos atreveríamos a decir que sus propios usuarios) es el uso de las mayúsculas. Un uso que a veces parece confuso, si se nos permite el pareado, cuando no directamente caprichoso. Y si a eso le añadimos la diferenciación entre normas estrictas y meras recomendaciones, ya apaga y vámonos.
¿Por qué algunos sustantivos deben llevar mayúscula a veces y minúscula otras? Como “Dios” referido a la deidad cristiana y “dios” referido al de cualquier otra religión, por ejemplo. ¿Acaso no son dioses todos? ¿O quizá el de los cristianos paga más impuestos en el panteón de las deidades mundiales y merece un trato preferente?
Bueno, a decir verdad, en este caso (como en todos, de hecho) esa distinción es mucho menos aleatoria y caprichosa de lo que parece: “Dios” lleva inicial mayúscula porque se usa como nombre propio de la deidad en cuestión, al igual que decimos “Apolo” (que no “apolo”) o “Zeus” (que no “zeus”). Así de simple. Por tanto, hablamos del “dios Apolo” o “el dios Zeus”… y, si se nos permite el chascarrillo, esto implicaría que habláramos del “dios Dios” (sí, esto último no suena muy ortodoxo, pero para que nos entendamos).
Como vemos, siempre hay una razón tras cada misterio aparentemente irresoluble de un vaivén entre mayúscula y minúscula en una misma palabra. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando ese vaivén no se produce con una misma palabra, sino entre distintas palabras que aluden a un mismo concepto (o que, al menos, parece el mismo)?
Es lo que ocurre con la palabra “Estado” (ahí con su gloriosa inicial mayúscula, que casi dan ganas de hacerle una reverencia) y las palabras “nación”, “pueblo” y “país” (con sus humildes y serviles iniciales minúsculas). ¿Te has preguntado alguna vez por qué existe esa diferencia, cuando al fin y al cabo parecen aludir a una misma realidad? ¿Por qué decimos “el Estado español” y, sin embargo, decimos “el pueblo español”, “el país español” o “la nación española”? ¿Te acaba de explotar la cabeza o sigue intacta? Bueno, que no cunda el pánico, porque vamos a ver el porqué de este galimatías. Y lo haremos palabra por palabra.
ESTADO: Comenzamos con el sustantivo que va dando la nota en esta discordia. Cuando “Estado” lleva mayúscula inicial es porque hace referencia a un sujeto político-jurídico específico y autónomo, un sistema de gobierno formal que consta de una población, un territorio y un Gobierno. Además, se rige por un conjunto de leyes y es soberano, es decir, tiene la capacidad de tomar decisiones sin interferencia externa. Por tanto, esa mayúscula inicial de “Estado” no es una mera convención gramatical (o no solo eso), sino una expresión de su naturaleza como entidad político-jurídica soberana y autónoma, con poder y organización formal. Un ejemplo de uso que quizá lo deje más claro podría ser esta frase: “El Estado español ha aprobado un paquete de medidas para sanear la economía”.
NACIÓN: Por otro lado, en su significado más habitual, este sustantivo común habla de un grupo de personas que comparten una cultura, un idioma, una historia o una identidad. Así, podemos decir «nación vasca», pero con ello no aludimos a un Estado soberano y formalmente constituido, sino más bien a lo que señalábamos al principio de este párrafo. Veamos un ejemplo de uso: “La realidad cultural y lingüística de la nación catalana la distingue de otras regiones de España”. Por supuesto, temas independentistas aparte, en estos casos nos chocaría un poco que se dijera “el Estado catalán” o “el Estado vasco”.
PUEBLO: Un caso muy parecido al anterior, pero aún más general, si cabe. El sustantivo común “pueblo” puede referirse a un conjunto de personas que comparten características socioeconómicas y culturales, pero sin que ello implique necesariamente una organización político-jurídica o territorial. Veamos un ejemplo: “El pueblo argentino está atravesando momentos muy duros debido a su profunda crisis económica”. En este caso, la palabra “pueblo” se refiere a la población de Argentina como grupo de ciudadanos que comparten un territorio y una identidad, pero no se está aludiendo de forma tan evidente al Estado argentino como entidad político-jurídica.
PAÍS: Y aquí topamos con el término que más podría llevar a confusión si nos ponemos analíticos, pues suele referirse a un territorio delimitado que identificamos con una comunidad política o cultural. Visto así, podría entenderse como un sinónimo bastante aproximado de “Estado”. Entonces, ¿por qué usamos minúscula? Pues, a grandes rasgos, por su carácter más general y no tan “institucionalizado” como “Estado”. Si decimos que “Italia es un país que ha ofrecido un gran acervo cultural a la humanidad”, con ese “país” nos estamos refiriendo al territorio geográfico y la identidad nacional, pero no necesariamente a la estructura político-jurídica de lo que vendría a ser un Estado.
En definitiva, lo que nos marca la mayúscula en “Estado” es su estatus especial y muy concreto en términos de soberanía o estructura institucional, que, en cambio, no se ve de forma tan clara (por no decir que a menudo está ausente) en los usos de “nación”, “pueblo” o “país”. Así que, de nuevo, volvemos a lo que decíamos al principio sobre las reglas gramaticales: nunca son tan aleatorias, siempre subyace alguna razón. Y esta vez es muy sencilla: lo que considerábamos una misma realidad… resulta que no lo era tanto.

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