En un mundo cada vez más globalizado, y sobre todo si no quieres cerrarte puertas, quizá no es mala idea que tengas una versión de tu CV traducida al que hoy por hoy es el idioma comercial por excelencia: el inglés. Al fin y al cabo, nunca se sabe de dónde pueden surgir ofertas laborales, y quién te dice que de un momento a otro no va a llamar a tu puerta (o tú a la suya) una empresa internacional.
Ahora bien, si vas a traducir tu CV, ten en cuenta que no todo vale. Y con «todo» nos referimos, básicamente, a pasar el texto por un traductor automático y quedarte tan pichi. Porque jugar esa carta puede saldarse con alguna que otra traducción quizá más literal de lo que te conviene, cuando no imprecisa (o, lo que es peor, ininteligible), de modo que al final pasa lo que pasa: que puede salirte el tiro por la culata.
Y ojo, que tendría toda la lógica del mundo que así te saliera. Porque, si una empresa está buscando un (o una) profesional con cierto manejo del inglés, no hay nada menos profesional que fingir que lo eres entregándoles un CV mal traducido que, con toda probabilidad, será el primer (y único) argumento que usen para descartarte. Por mucho que el resto de tus habilidades pudieran resultarles de lo más atractivas.
Pero no te preocupes, que en la entrada de esta semana veremos los principales problemas que surgen al traducir tu CV al inglés, así como las soluciones que te proponemos para lograr un resultado no solo inteligible, sino atractivo.
TERMINOLOGÍA EQUIVOCADA: A menudo, ciertos términos que usamos en nuestro idioma nativo no tienen una correspondencia exacta en inglés, de modo que asegúrate de usar la terminología técnica o profesional adecuada. Así, no sería correcto traducir «experiencia laboral» por «labour experience», sino más bien por «work/working experience» o «professional experience». Para salir de dudas, te recomendamos investigar antes, cómo no; y, si es preciso, consultar diccionarios técnicos o, por qué no, comprobar cómo se expresan en inglés otros profesionales en plataformas como LinkedIn.
FALSOS AMIGOS: Esto constituye un nivel más específico del punto anterior: las expresiones supuestamente inglesas que damos por buenas porque… ¿cómo no van a serlo, con lo bien que suenan? Ahí podrían entrar aberraciones como «handling of office tools» para «manejo de herramientas ofimáticas» (en realidad, lo correcto sería «proficiency in office software»). De nuevo, te recomendamos evitarlo recurriendo a las mismas soluciones que te propusimos en el punto anterior.
VARIANTE EQUIVOCADA: Imagina que quieres postular para una empresa británica, pero resulta que tu traducción la haces en una variante estadounidense. Ahí puede haber divergencias, por ejemplo de vocabulario: sin ir más lejos, mientras en inglés británico sí se usa la expresión «CV» (o «Curriculum Vitae»), en el americano lo habitual es «Resume». O, así como en el americano se dice «CEO» o «Chief Executive Officer», lo común en el británico es «Managing Director».
USO INADECUADO DE TIEMPOS VERBALES: Mucha atención con estos puñeteros, pues no siempre se usan igual en inglés. Así, asegúrate de reservar el presente para las funciones o responsabilidades que tienes en la actualidad; y el pasado, para las que realizaste en otra etapa de tu vida (o, si queremos hilar más fino, para lo que consideras logros previos). Por ejemplo, un «gestiono equipos» (en presente) como habilidad general que quizá en tu puesto actual ya no desempeñas deberías traducirlo por «I managed teams» (pasado), no por «I manage teams» (presente).
DIVERGENCIAS CULTURALES Y DE FORMATO: Aunque creas que los CV son iguales en todos los países, te aseguramos que no lo son. Ni en contenido ni en formato. Por ejemplo, en España se suele incluir fotografía, fecha de nacimiento e incluso algún otro dato personal, mientras que en determinados países angloparlantes dicha información se considera irrelevante, cuando no inapropiada. Por otro lado, y aunque suene paradójico, en ciertos países anglosajones valoran mucho el perfil y los logros alcanzados fuera del entorno profesional en disciplinas no necesariamente vinculadas con él (medallas deportivas, premios literarios…), mientras que en el mercado castellanoparlante no es tan habitual. Ah, y otro elemento que conviene tener en cuenta es la longitud del CV: en nuestro país hay cierta tendencia (decreciente, sí) a los currículos más o menos extensos, mientras que en el ámbito anglosajón se valora más que sean concisos y vayan al grano.
En resumen, ya ves que no está la cosa como para improvisar a la hora de traducir tu CV. Ni como para confiar a ciegas en un traductor automático. Ponle cariño, que vale la pena y tu carrera profesional lo merece.

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