El título de nuestra entrada podría ser la pregunta de un millón hace solo un mes, cuando Deepseek aún no había irrumpido en el mercado como un verdadero tsunami. Por lo tanto, quizá la pregunta más adecuada hoy sería si las IA generativas (ya sean ChatGPT o su megarrival chino) pueden llegar a sustituir a los escritores humanos.
Para empezar a responder a esta pregunta, deberíamos explicar antes qué son exactamente las IA generativas. Todo el mundo tiene una idea más o menos aproximada, pero diremos que en general son aquellos sistemas de inteligencia artificial (IA) capaces de generar texto, imágenes u otros medios en respuesta a comandos y basándose en patrones previos de los que han aprendido. Como por ejemplo…, ChatGPT y Deepseek, claro.
Quien más y quien menos, todos hemos visto algún simpático producto (a veces con sus chapuzas incluidas) de estos sistemas. Se usan en grandes empresas para redactar informes. Y también a título personal para crear memes graciosos o canciones imposibles cantadas por improbables solistas famosos. Se usan en videojuegos, con su consecuente polémica debido a ese uso. E incluso han sido portada en los medios debido a no menos polémicas decisiones editoriales.
De hecho, digámoslo claro: todo lo que rodea a la IA generativa se está convirtiendo en algo bastante cotidiano; y, precisamente por ello, también en objeto de polémica y preocupación entre ciertos sectores.
A un lado de la balanza podríamos poner el caso de Rie Kudan, ganadora del principal premio literario japonés, el Akutagawa, con una novela en la que admite haber usado como apoyo ChatGPT, pues, en palabras de la propia autora, «la IA te ayuda a compensar tus debilidades». Y, si bien lo que generó con ella fue tan solo «una página» (del total de 144 que componen la obra en cuestión), habrá a quien una sola le siga pareciendo demasiado, sobre todo con galardón literario de por medio.
En cuanto al otro lado de la balanza, ahí podríamos incluir no solo a consumidores, sino también a autores de diversas disciplinas (ilustración, traducción, literatura o incluso periodismo) que se lamentan de que, en cierto modo, la IA generativa «roba» obras ajenas a través de Internet y bases de datos. Y bastante a menudo de webs piratas, lo cual tiene unas implicaciones legales digamos que interesantes. A fin de cuentas, con algo se tiene que «nutrir», por así decirlo. Es más, ya en 2023, el célebre George R. R. Martin (autor de la saga literaria «Canción de hielo y fuego») encabezó una demanda conjunta por parte de diecisiete autores que acusaban a ChatGPT de «robo sistemático a escala masiva». Que se dice pronto.
Por otro lado, y ya a un nivel más emocional, la escritora Joanna Maciejewska lo expresó de forma bastante contundente cuando escribió: «Quiero que la IA me ponga la lavadora y lave los platos para que yo pueda hacer arte y escribir, no que la IA haga arte y escriba por mí para que yo ponga la lavadora y lave los platos». Y no nos parece una reclamación demasiado caprichosa.
Ahora bien, ¿hasta qué punto podemos considerar (o temer) que algún día las IA generativas lleguen a sustituir por completo el trabajo humano de escritores y traductores? ¿Nos tocará ir a proteger a Sarah Connor?
Hoy por hoy, seguimos sin bolas mágicas con las que ver el futuro, desde luego, así que la respuesta está complicada. Pero quizá para ir abriendo boca podríamos darle un poco la vuelta y revertirte semejante responsabilidad a ti, que estás leyendo esto. ¿Comprarías tú novelas generadas por una IA? ¿Las pondrías en tu estantería? ¿Las recomendarías a tus amigos y las puntuarías favorablemente en Goodreads? ¿Seguirías la «trayectoria» de su… autor? ¿Hasta qué punto te lo tomarías en serio?
Sí, somos conscientes de que no se trata de una respuesta muy fiable, de que necesariamente peca de personal (y algunos dirían que incluso de populista). De acuerdo, aceptamos barco. Así pues, para quien quiera otra quizá más objetiva, una que no sea ni blanco ni negro, sino más bien gris (muy gris), diremos que, si bien los expertos se muestran escépticos ante la idea de una avalancha de novelas escritas o traducidas por inteligencia artificial, no ven tan improbable otra bien distinta: que la IA se usará (ya está ocurriendo) para destruir puestos de trabajo o, en el «mejor» de los casos, pagar peores sueldos porque «la mitad del trabajo ya te lo hace una máquina», como quien dice. Que, sí o sí, va a precarizar el sector editorial.
De todos modos, ¿quién, experto o no, puede aventurarse a predecir nada de forma muy rotunda en un marco tan voluble como el de la IA? Y, para muestra, un botón: hace solo un año, muy pocos habrían puesto en duda el absoluto liderazgo (y monopolio) de Estados Unidos en este campo. En cambio, ya ves ahora.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies