Cualquiera que haya pasado el tiempo suficiente en los infiernos de la maquetación sabe que algunas imágenes las carga el diablo. Sobre todo, cuando no tenemos muy claro si están en el tamaño adecuado. ¿Cómo podemos salir de dudas? Bien, que no cunda el pánico. Tenemos dos modos (o dos programas, mejor dicho): Photoshop e InDesign.
CON PHOTOSHOP: Primero que nada, asegúrate de tener ajustadas las imágenes de tal modo que cuenten con la resolución mínima requerida por el trabajo específico que estés realizando. ¿Qué significa esto? Muy sencillo: que si, por ejemplo, estás trabajando en un libro que exige imágenes con un mínimo de píxeles por pulgada (ppp.), ya que por debajo de ese mínimo te van a quedar pixeladas, y resulta que tienes las imágenes dentro de esa proporción en ppp., cuando las abras con InDesign sabrás que cualquier cosa que esté colocada a más del 100 % te va a quedar pixelada. Para realizar esos ajustes necesarios (es decir, ese redimensionamiento), puedes entrar en Photoshop, en el menú “Imagen > Tamaño de imagen” y encadenar los tres valores de tamaño del documento: anchura, altura y resolución. Así, sin necesidad de remuestrear, lograrás ir redimensionando las imágenes a la resolución que necesitas.
CON INDESIGN: En primer lugar, abre el menú “Paleta > Información”. Basta con que pulses sobre cualquier imagen para ver sus datos principales (tipo de archivo, dimensiones, color, ppp reales…). Pero lo que te interesa aquí es un dato muy específico sobre la resolución: “ppp efectivos”. Mediante ese dato averiguarás cuántos píxeles hay disponibles por unidad de medida según el tamaño al que has colocado la imagen en tu maqueta de InDesign, sin importar la resolución previamente asignada en Photoshop. Así, si por ejemplo estás trabajando con una maqueta que requiere imágenes con un mínimo de 240 ppp., y dispones de una que en Photoshop tiene asignados 120 ppp., al ir reducida en InDesign a un 50 %, en realidad equivaldría a 240 ppp. O sea, que está en el mínimo que exige ese trabajo. Perfecto.