Ya hablamos en otra entrada sobre el llamado “copywriting” o “redacción publicitaria”, es decir, esa actividad tan en boga desde hace años que consiste en elaborar textos de manera persuasiva para acciones de “marketing” y ventas (desde anuncios publicitarios hasta catálogos, sitios web e incluso cartas comerciales, por ejemplo). Así que esta semana, con el fin de ampliar un poco aquella información, te facilitaremos una serie de buenas prácticas para lograr un “copywriting” como Dios manda a la hora de crear contenido.

TEXTO DE CALIDAD. Quizá te parezca una perogrullada, pero nunca está de más recordarlo. No puedes encargar un texto publicitario de estas características a alguien que tiene carencias a la hora de redactar. El texto debe ser impecable, con un lenguaje adecuado y un estilo eficazmente persuasivo (y, por supuesto, sin errores ortográficos ni gramaticales de ningún tipo). Piensa también en el medio para el que se necesitará ese texto, pues es posible que marque el modo de enfocar la redacción. Así, por ejemplo, los textos del ámbito “online” suelen ser más breves y contener más listas que los “offline”.

TAN IMPORTANTES SON LAS CARACTERÍSTICAS COMO LOS BENEFICIOS. Si bien nunca está de más que un posible cliente conozca las características de tus productos, quizá se sienta más apelado al saber los beneficios que estos le pueden aportar. ¿Qué es más atractivo: vender una “bebida carbonatada con edulcorantes y conservantes” o… “una burbujeante experiencia que te refrescará con su ola de sabor”?

CONOCE BIEN A TU PÚBLICO OBJETIVO. A fin de cuentas, tu público está compuesto por muchos subpúblicos distintos, de modo que debes conocerlos bien y no adoptar exactamente la misma perspectiva en todo momento para dirigirte a ellos. Solo conociendo las necesidades de cada grupo de clientes podrás abordarlas y satisfacerlas de la forma más adecuada. No olvides que ser demasiado genérico es la manera más rápida de… en fin, de acabar siendo demasiado genérico (y, por tanto, olvidable).

APLICA DOTES DE PSICOLOGÍA Y LÓGICA. Ambas resultan fundamentales a la hora de influir positivamente y persuadir. No en vano, nos brindan el saber necesario para identificar los sesgos que gobiernan la mente humana y que, en consecuencia, nos permiten seducirla para obtener un rotundo “sí, quiero”. Si tienes ciertas nociones sobre los engranajes del cerebro humano, llegarás a conocer, entender y anticiparte a lo que tus clientes (reales o potenciales) piensan y sienten cuando navegan por tu sitio web. Y, de este modo, lograrás conectar de un modo más profundo con ellos, persuadirlos de forma convincente y, en definitiva, venderles algo sin parecer que estés vendiéndoselo.

PRACTICA LA EMPATÍA. Este último e importantísimo punto viene en cierto modo derivado del anterior. Ponte en la piel del cliente, demuéstrale que no estás ahí para satisfacer tus deseos, sino los suyos. Supongamos que estás vendiendo una línea de productos dietéticos, por ejemplo. El cliente agradecerá más un cálido “Sabemos que perder peso no es sencillo, pero nuestro producto te lo facilitará y mejorará tu calidad de vida” que un gélido “Compra nuestro producto milagroso de eficacia probada y deja de estar gordo”. Empatía, siempre empatía.

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