En otros tiempos, fue un tema tabú en el mejor de los casos; y casi una lacra en el peor. Nos referimos, cómo no, a la salud mental. Por suerte, con los nuevos tiempos ha pasado a ser una realidad cada vez más comentada, analizada y expuesta por todos, desde gente de a pie hasta médicos e incluso celebridades. No en vano, hace poco la propia Miley Cyrus detuvo uno de sus conciertos ante la sospecha de estar experimentando un ataque de pánico. Y habló de ello a los medios sin miedo ni vergüenza, como debe ser.
Y precisamente para hablar de este tema tan desconocido por demasiada gente, el próximo 10 de octubre se celebra, como cada año, el Día Mundial de la Salud Mental. Así que ya sabes lo que toca hoy: unos consejos de escritura al respecto. Y ojo, porque la mayoría son de tipo léxico (lo cual nos da una medida del nivel de sensibilización y respeto al que aspira un tema que solía tratarse con escasez de ambas cualidades).
NADA DE “MANICOMIOS”. Es el término que se usaba antiguamente, y que seguro que alguna vez has empleado, como todo el mundo. Pero lo adecuado es llamarlo “centro de salud mental”. Seguro que no te suena igual.
OJO CON LOS VERBOS. Otra buena ración de insensibilidad nos la servían verbos como “recluir”, “internar” o “encerrar” aplicados a los pacientes de un “manicomio”. Pero recordamos desde aquí que en los “centros de salud” los pacientes “ingresan”, porque no dejan de ser pacientes, como en otros casos.
Y HABLANDO DE PACIENTES… No seamos tan groseros como para llamarlos “enfermos mentales” (y ya no digamos “perturbados” o, directamente, “locos”, que ni que estuviéramos en la era victoriana). Lo adecuado en pleno siglo XXI (e insistimos: no perdamos de vista que en él estamos) es llamarlos “personas con problemas de salud mental” o “personas con trastornos mentales”, por ejemplo. Tampoco está muy bien visto usar el nombre de la enfermedad padecida para referirse a la persona que la padece (“psicótico”, “anoréxico”…). No en vano, jamás llamarías “canceroso” a alguien que padece cáncer, ¿a que no?
¿DISCAPACIDAD INTELECTUAL O TRASTORNO MENTAL? ¿A que parecen sinónimos? Pues no lo son. A muy grandes rasgos, podríamos hablar de “discapacidad intelectual” cuando la inteligencia de una persona y su capacidad para funcionar en la vida cotidiana se encuentran por debajo del nivel mínimo que cabría esperar en personas de edad similar (es lo que ocurre, por ejemplo, con el autismo o el síndrome de Down). Un “trastorno mental”, en cambio, vendría a ser una alteración sostenida de tipo cognitivo o emocional, o de comportamiento, que afecta a procesos psicológicos básicos como la emoción, la motivación, la conducta, la percepción, la sensación, el aprendizaje o el lenguaje (y ejemplos los tenemos de todo tipo, claro está: esquizofrenia, depresión, trastorno bipolar…).
Trackbacks/Pingbacks