La RAE escogió el pasado 16 de diciembre para presentar su actualización 23.5 del Diccionario de la lengua española. Porque, en efecto, los tiempos cambian a una velocidad cada vez mayor y nuestro propio idioma también cambia con ellos casi a la misma velocidad. Como es natural, todo ello debe quedar registrado, y por eso la RAE, aunque varias decenas de pasos por detrás de los tiempos y del propio idioma, deja constancia cada cierto tiempo de tales novedades.
En concreto, esta última actualización incluye 3836 modificaciones, que abarcan desde adiciones de artículos y de acepciones hasta, sí, enmiendas (porque rectificar es de sabios). Aunque tal vez lo que más nos llama la atención, y lo que acaba siendo siempre más mediático, son las incorporaciones de nuevos términos y acepciones. Ejem… ¿Nuevos? ¿De verdad hemos dicho “nuevos”? Bueno, según los ojos con que se miren… ¡o con que se coman!
Quizá te hayas zampado no pocos “sanjacobos” en tu vida, pero cualquiera diría que los académicos de la RAE no se habían zampado ninguno hasta anteayer, pues el término es uno de los que acaban de incorporarse. ¿Sorprendente? No mucho más que otras incorporaciones gastronómicas como “cachopo”, “crudité”, “quinoa” o “rebujito”.
Pero si salimos de la cocina y nos vamos a las nuevas tecnologías, nos seguirán sorprendiendo las novedades que hallamos. Quizá la (hasta ahora) ausencia de términos como “webinario” o “criptomoneda” podría verse hasta cierto punto como disculpable por parte de algunos, pero habría que ver hasta qué punto lo es, pues conceptos como “criptomoneda” están a pie de calle desde hace fácilmente diez años. Claro que, si preguntamos al tradicional “cachopo”, al “rebujito” de toda la vida o a la omnipresente “quinoa”, que tienen más años que la tos, igual nos mordemos la lengua. Tampoco dirán cosas muy buenas al respeto las palabras “ciberacoso” (se ve que esta realidad viene fresquita de hace solo unos meses), “ciberdelincuencia” o “geolocalizar”, otras de las nuevas incorporaciones.
Donde han sido muchísimo más rápidos es a la hora de dejar constancia de diversos términos relativos a la pandemia del “COVID”, que van desde este mismo hasta “cubrebocas”, “burbuja social” o “nueva normalidad”. Y lo cierto es que no deja de asombrar que se hayan dado mucha más prisas en incluir estos últimos que muchos otros que vienen de bastante más largo, como “poliamor”, “cisgénero”, “pansexualidad” o “transgénero”, si nos vamos ahora al campo de la sexualidad.
Pero, bueno, tampoco nos quedemos “ojipláticos” (sí, también ella estaba ausente hasta hoy), pues nunca es tarde si la dicha es buena. Así que, desde diciembre pasado, ya podemos decir con toda propiedad que una película que nos parece rara o extravagante es “bizarra”, término que en pleno siglo XXI todo el mundo usaba con esa única acepción cuando la RAE seguía empeñándose en recoger tan solo las de “valiente” o “generoso, lucido, espléndido”.
Para más información:
https://www.rae.es/noticia/la-rae-presenta-las-novedades-del-diccionario-de-la-lengua-espanola-en-su-actualizacion-235

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