¿Te has fijado en que, desde hace unos cuantos años, ha surgido entre ciertos usuarios de las redes sociales una especie de aversión hacia lo que ellos consideran “etiquetas”? No sabemos si es una reacción hacia la tendencia opuesta, es decir, la de adoptar neologismos compulsivamente (a veces quizá un tanto absurdos, como “dramedia”; y otras, innecesarios, como “crush”). Pero el caso es que la tendencia está ahí. Hay alergia a clasificar, a definir…, cuando, de hecho, muchas veces las palabras no son sino un modo de concretizar la realidad, ¿no?
Los amantes de la lengua lo tenemos muy claro: las palabras no tienen por qué ser jaulas de significado, sino más bien vasos de contenido (a veces bastante líquido, sí). No tienen por qué constreñir nuestra mente, sino liberarla. Como se suele decir, aquello de lo que no se habla es como si no existiera. Así que, ¿por qué resistirnos a usar las palabras, cuando las tenemos al alcance de la mano?
Ahora bien, ¿y si te dijéramos que a veces también ocurre a la inversa? Que hay realidades de las que nos resulta imposible hablar, pese a que, sin duda alguna, existen. Sí, sabemos que suena a argumento de ciencia ficción, pero no nos estamos inventando nada. Piensa, sin ir más lejos, en la palabra “duende” dentro de la oración “Este cantaor siempre ha tenido mucho duende”. ¿Cómo podemos expresar en otros idiomas un significado tan intrínsecamente español? ¿Cómo trasladar a otras culturas ese sustantivo que expresa una cualidad (liquidísima, inasible) en la que se mezclan encanto, carisma, saber hacer, habilidad técnica, arte, pasión…, pero además muy a la andaluza, muy ligada al mundo del flamenco? Imposible.
De todos modos, tampoco nos creamos tan especiales, pues nuestra lengua no es la única que tiene palabras con las que describir realidades aparentemente imposibles de verbalizar. Así que, si te parece, te proponemos un pequeño recorrido por algunas de las más curiosas. Podríamos darte ejemplos sobre objetos muy concretos, pero nos parece más divertido referirnos a abstracciones semejantes a la de ese “duende” tan nuestro, que en el mejor de los casos solo podemos aspirar a describir. Allá vamos…
BAKKU-SHAN: Este término japonés describe de forma peyorativa un concepto de lo más curioso, pero que seguro que te suena: aquellas personas (por lo general, mujeres) que son muy hermosas si se las ve de espaldas, pero que vistas de frente ya son bastante menos agraciadas. Ay, ¿dónde quedó aquello de la belleza interior…?
CAFUNÉ: Esta palabra portuguesa (aunque de procedencia brasileña) se refiere al acto de acariciar con suavidad y cariño el cabello de otra persona en situaciones íntimas o de cercanía emocional, para demostrarle amor y cuidado. ¿Que nuestro “caricia” es un equivalente? No del todo, pues “cafuné” habla de algo muchísimo más específico y lleno de matices.
FORELSKET: Con dicho vocablo, los noruegos describen la intensa sensación de enamoramiento, emocionante y embriagadora, que experimentamos en las primeras etapas de una relación sentimental. Justo eso que sentimos al principio de una nueva relación romántica, cuando el mundo parece abrirse ante nosotros, lleno de gozosas posibilidades. Vaya, como ese “shinny and new” que describía Madonna en “Like a Virgin”, pero mucho más matizado y con solo nueve letras.
GHEEGLE: Esta palabra filipina se emplea para describir el impulso de pellizcar o apretujar algo que nos parece adorable y nos provoca una enorme ternura. ¿Recuerdas cuando el otro día viste a aquel bebé rechoncho y risueño que es que te daban unas ganas horrorosas de mordisquearle los “mofles” y hacerle pedorretas, porque era una ricura y una cosita preciosa? Pues te estaba dando un ataque de “gheegle” de padre y muy señor mío. Como a mí ahora, la verdad.
ILUNGA: Y aquí hemos dado con hueso, pues se trata de uno de los términos más difíciles de traducir. Fascinantemente difíciles, añadiríamos nosotros, pues aquello que lo dificulta tanto no es sino su profunda carga emocional y cultural. Esta palabra de la lengua bantú tshiluba, en la República del Congo, se refiere a una persona capaz de perdonar una ofensa una vez, tolerarla una segunda…, pero jamás una tercera. Es un poco como nuestra expresión “seré bueno, pero no tonto”, solo que con una sola palabra (y en tres vuelcos, como el cocido madrileño).
JAYUS: En la viña del Señor hay chistes buenos, chistes malos y chistes flojillos. Pero en Indonesia hay una cuarta categoría: los “jayus”, aquellos chistes tan terriblemente malos, forzados o torpes que, en vez de provocar una carcajada, lo que te causan es una reacción de incredulidad que a menudo se remata con una risa nerviosa debido a lo mucho que fracasan a todos los niveles. Vamos, que son tan pero que tan malos que acaban siendo buenos.
L’ESPRIT DE L’ESCALIER: Vale, esta no es una palabra, sino una expresión…, pero te va a encantar. Sobre todo, porque estamos seguros de que la has experimentado no una ni dos veces. ¿A que en alguna ocasión has tenido una riña con alguien y, horas después, mientras te duchabas o te preparabas la cena sin dejar de pensar en aquel mal trago, de pronto te ha venido a la cabeza la réplica perfecta que podrías haberle dicho? Pues eso es lo que los franceses en general (y el filósofo Denis Diderot en particular, que a fin de cuentas es quien la inventó en el siglo XVIII) denominan “l’esprit de l’escalier”, es decir, “el espíritu de la escalera”: ese pensamiento que surge mientras bajamos una escalera, tras una conversación en la que no supimos qué responder. Pero, claro, ahora ya es demasiado tarde.
MERAKI: Un término de lo más poético. Los griegos lo usan para describir el acto de hacer algo (ya sea una labor cotidiana, una obra artística…), poniendo todo tu corazón y tu alma, de forma tan minuciosa, apasionada y llena de cariño que podría decirse que dejas una parte de ti en ello.
SGRIOB: ¿Sabes esa característica picazón que sientes en el labio superior justo antes de darle un sorbo a un vaso de “whisky”? ¿No? Pues los hablantes del gaélico sí, y la denominan “sgriob”. Que se dice pronto.
TOSKA: Y finalizamos con esta palabra que los rusos utilizan para definir ese profundo y doloroso sentimiento de tristeza, melancolía o anhelo que… Bueno, mejor dicho, para esa intensa sensación de vacío existencial que sientes en tu interior cuando sabes que algo te falta, aunque no siempre sabes el qué. ¿Que no acabas de captar a qué se refiere? Bueno, quizá haya que ser un poco ruso para captarlo (que “Crimen y castigo” no se escribió sola, precisamente…).