Sustantivos femeninos que empiezan por “a” tónica

¿Alguna vez has dicho sin despeinarte que tienes “mucho hambre”, con una “o” como una catedral? ¿Nunca te ha provocado dentera oír que “en Madrid está el mejor agua de España”, y no precisamente porque odies a los madrileños? Si es así, debemos darte malas noticias: tienes un problema con los sustantivos femeninos que empiezan por “a” tónica. Pero no te preocupes, que en esta vida hay una sola cosa que no tiene remedio. Y no es tu problema lingüístico, por suerte.
Lo primero que debes saber es que, cuando un artículo determinado singular va inmediatamente antepuesto a un nombre común femenino con “a” tónica, este artículo adopta casi siempre la forma “el” en lugar de “la”, como en “el águila” (no “la águila”) o “el aula” (no “la aula”). Esta regla también se aplica a los sustantivos que comienzan con hache muda seguida de “a” tónica (como en “el hacha”, que no “la hacha”).
Pero ojo: eso no significa que el sustantivo pase a ser masculino. De hecho, ese “el” no se considera en este caso un artículo masculino, sino más bien una variante formal del artículo femenino. Lo que esto implica es que, en cualquier otro tipo de construcción, dichos sustantivos seguirán exigiendo formas femeninas. Y aquí es donde entran las confusiones con “el hambre” del primer párrafo de nuestra entrada, pues hay gente que considera que, por estar antecedido por “el”, ese sustantivo “hambre” es masculino, de ahí que antepongan el adjetivo “mucho” para decir “mucho hambre” (cuando el adjetivo debería haber estado también en femenino: “mucha hambre”).
Por otro lado, cuando entre el artículo y el sustantivo femenino iniciado con “a” tónica se intercala otro elemento, el artículo dejará de ser “el” y pasará a ser “la”. De nuevo, aquí entra en juego la segunda confusión del primer párrafo, donde el hablante dice “el mejor agua” donde debería haber dicho “la mejor agua”. Así que, a partir de ahora, cuando leas en el periódico que a alguien lo han asesinado usando “el mismo arma”, preocúpate no solo por el difunto o difunta y sus familia, sino también por la gramática de quien ha redactado la noticia, que no sabe que debería ser “la misma arma”.
Eso sí, mucha atención, porque si el elemento no va intercalado, sino pospuesto al sustantivo, entonces se mantendrá el artículo “el”. Por tanto, diremos “el agua fría” (no “la agua fría”… ni mucho menos “el agua frío”, por supuesto).
¿Y qué ocurre cuando esos sustantivos no están en singular, sino en plural? Pues que no usaremos el artículo “los”, sino “las”. Así, aunque en singular decimos “el alma”, en plural diremos “las almas” (no “los almas”).
Cuidado también con los diminutivos, pues a menudo hacen que una “a” inicial tónica pase a ser átona, en cuyo caso tampoco tendremos que seguir aplicando la regla del artículo “el” femenino, naturalmente. Por tanto, hablaremos de “el agua”, pero en plural diremos “las agüitas”, pues la “a” inicial que era tónica en singular pasa a ser átona en plural (y la regla especial se nos va al garete, claro).
Con “un”, “algún” y “ningún” se admiten ambas posibilidades, aunque es menos frecuente el determinante femenino: “un/algún/ningún acta”, pero también “una/alguna/ninguna acta”.
Respecto a las siglas, es preferible que uses el artículo correspondiente a la forma desarrollada. De este modo, mejor “la AMPA” (pues la sigla viene de “la Asociación de Madres y Padres de Alumnos”), al igual que mejor “el ALCA” (que viene de “el Área de Libre Comercio de las Américas”).
Y ya para finalizar este cóctel de recomendaciones, reglas y contrarreglas, ¿recuerdas que en el segundo párrafo de esta entrada decíamos que el artículo adopta CASI SIEMPRE la forma “el” en lugar de “la”. Pues bien, como el diablo carga los “casi siempre”, toma nota de que mantendremos el artículo “la” en los nombres de persona (“la Ángela con quien hablé”), en los de letras (“la hache”) y en ciertas voces de reciente incorporación referidas a personas (“la árbitra”).